Antonio de la Torre | 01 de junio de 2017
Estamos muy cerca del segundo aniversario de las últimas elecciones municipales -y autonómicas, excepto en las mal llamadas “regiones históricas”– y desde que el descontento sembrado por la más que aparente pérdida de valores del Partido Popular propiciara la “confirmación” de dos lamentables opciones políticas que ya habían aflorado un año antes en las europeas de 2014 y que en 2015 aparecieron en no pocas regiones y ciudades de nuestra geografía.
Esa circunstancia, unida a la falta de sentido de Estado del Partido Socialista, cada día más “partido” -es decir, roto- y menos socialista, obrero y, sobre todo, español, y cuyo único objetivo -al menos, desde la “truculenta” llegada de Rodríguez en 2004- no ha sido otro que “acabar, como sea, con el Partido Popular”. Ello propició, como decía, que se empezaran a producir “pactos” en la izquierda radical -PSOE, Podemos y nacionalismos- o más o menos moderada -Ciudadanos- para desbancar -salvo contadas excepciones, que el lado naranja de la pinza no se atrevió a forzar, para disimular su verdadero origen y tendencia- a los gobiernos de autonomías y ayuntamientos populares de las principales ciudades y capitales de provincias.
Entre esos advenedizos a la política -fruto del oportunismo que la situación de cabreo sembró, alentada no poco por los medios de comunicación de todo tipo (papel, digital, radio y TV), la inmensa mayoría de izquierdas y los que no, en su mayoría también, resentidos con el Gobierno de Rajoy y actuando como si de un rival (enemigo, más bien) se tratara- apareció en escena un personaje “atrabiliario”, desconocido y populista -como el guion exigía- que respondía al nombre de José Mª González Santos, conocido popularmente por “er Kichi”, gaditano de adopción, holandés de nacimiento -¡qué gran “gestor” político se ha perdido el país de los tulipanes!-, perteneciente a la comparsa carnavalera de Jesús Bienvenido y de escasos antecedentes laborales, además de militante de Izquierda Anticapitalista -escisión del Partido Comunista- que se integraría como una franquicia más -“Por Cádiz Sí Se Puede”- en el, un año antes creado, partido de PablEstalin Iglesias.
Hago un pequeño inciso para resaltar la extraña “paradoja del destino” que se produce en ese partido entre su anticlericalismo y los apellidos de algunos de sus miembros -Iglesias, Santos, etc.-, sin entrar en otras no menos curiosas “coincidencias”, como la de Monedero y su “afición” a llenar el receptáculo de monedas que responde a ese nombre. Y alguna más hay, pero no me quiero salir del asunto.
Como decía, el “Sr.” Kichi, también conocido por ser la pareja de hecho de la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez -los apodaron enseguida “los Clinton de Cádiz”-, apoyado por el PSOE e IU, le arrebató la alcaldía de la Tacita de Plata al Partido Popular y, desde junio de 2015, “rige” los destinos de la corporación municipal de la capital gaditana. Otra circunstancia también destacable de este partido: la especial “inclinación” que sienten todos por la familia, directa, indirecta o circunstancial -no deja de ser un “complemento”, al fin y al cabo-, y la cantidad de madres, padres, cónyuges -ellos dirían “cónyugues” y cónyugas-, hermanos, cuñados, yernos y demás parentescos, en un alarde del “nepotismo” que tanto criticaban: “Familia que ‘trabaja’ -y se lo lleva- unida, permanece unida… más tiempo”. Algo bastante común en la izquierda en general, aunque no exclusivo: González, Chaves o Puyol, por citar solo algunos ejemplos “familiares”, son una muestra de esta “afición”.
Sería interminable el simple relato de las “hazañas” de este atípico gestor municipal y me referiré aquí solo a la particular manera de entender la “transparencia” que él y los de su partido y demás franquicias predicaban antes de llegar, tanto como criticaban -y critican- su ausencia en los demás partidos. Y eso que llegó prometiendo “abrir las ventanas” del ayuntamiento “para que entrara luz a sus rincones y cajones”. Pero resulta que, hace pocos días, algunos medios de comunicación resaltaban que “Kichi» se salta la ley y lleva ya dos años sin rendir cuentas al Tribunal de Cuentas” (TCu); las de 2014, que aunque no fue “gestión suya, sí le tocaba presentarlas, y las de 2015, que ya había “aterrizado” por allí; y, si nadie lo remedia, puede ir camino del tercero, aunque tiene hasta el mes de octubre para presentar las de 2016. Así, ha hecho “famosa” a Cádiz como la única capital española que no cumple con esta obligación que tienen TODOS los ayuntamientos de rendir cuentas al mencionado TCu para su fiscalización. Y, para dar “ejemplo”, la Diputación -“síntesis” de los municipios- socialista de Cádiz lleva el mismo retraso que la capital en su rendición de cuentas.
Tampoco han cumplido, aunque en este caso “solo” con las de 2015, otras dos capitales, también andaluzas, Huelva y Jaén, una con alcalde socialista y la otra, popular, para que no falte ninguno de los tres partidos mayores, y otros municipios importantes, como Jerez de la Frontera o Marbella, también socialistas. ¿Qué se habrá sembrado en mi tierra durante los casi cuarenta años de feudo socialista para que, también en esto de NO rendir cuentas, Andalucía esté en “cabeza”?
Ya sabemos que el TCu no se caracteriza por la rapidez en sus análisis y dictámenes pero, en este caso, la no presentación debería desencadenar de forma automática un mecanismo sancionador para la institución que incumple y para su responsable político
La pregunta es fácil: ¿por qué el TCu, como órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del Estado y del sector público, no ha tomado ninguna medida al respecto? Ya sabemos que el TCu -como el resto de tribunales en general- no se caracteriza por la rapidez en sus análisis y dictámenes pero, en este caso, la no presentación debería desencadenar de forma automática -directamente o vía Fiscalía- un mecanismo sancionador para la institución que incumple y para su responsable político, digo yo. Pruebe usted, querido lector, a no presentar su declaración para el IRPF -o cualquier otro- o a no pagar en plazo cualquier impuesto o tributo y verá lo que tarda en llegar el documento sancionador con recargo incluido, intereses de demora y demás añadidos, si vienen al caso.
Será que -para la clase política- el “Vale Todo” y su “corolario” de “Nunca pasa Nada” están tomando cada día más cuerpo en esta aparente permisividad con algunos “defraudadores”, que parece imponerse y que confirma la “doble vara de medir” que venimos denunciando desde hace años.
Y a los que venían a “regenerar” la vida política española parece que les interesan más sus propias cuentas -de las que muchos decían que carecían cuando llegaron a la cosa pública- que las que su posición política les obliga a gestionar en nombre de sus supuestos representados. “Ande yo caliente…”.
Ya está, seguro que es el tómbolo gaditano que lo une a la península el que dificulta la llegada de la normativa o la salida de las cuentas ¿Cómo no me habré dado “cuenta” antes?
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.